Mentoras de la Red PROVOCA analizaron desafíos y fortalezas de las mujeres STEM en Chile

  • Con la participación de las representantes de la Red de Mentoras PROVOCA: Paulina Assmann, SEREMI de Ciencia Macro Zona Centro Sur; Andrea Araya, encargada de proyectos documentales del Observatorio ALMA; y Amelia Bayo, directora de Núcleo Milenio de Formación Planetaria, se realizó el segundo conversatorio que analizó barreras y cualidades actitudinales para desarrollarse en las disciplinas STEM: ciencias, informática, ingeniería y matemática.

El cierre de brechas de género históricas y el énfasis en fortalecer capacidades y espacios de participación femenina, fueron el foco de un interesante conversatorio que realizó la Red de Mentoras PROVOCA, esta vez junto a sus representantes: Paulina Assmann, SEREMI de Ciencia Macro Zona Centro Sur; Andrea Araya, encargada de proyectos documentales del observatorio ALMA; y Amelia Bayo, directora de Núcleo Milenio de Formación Planetaria.

En un activo webinar, organizado por AUI/NRAO -socio norteamericano del Observatorio ALMA, con el apoyo de LideraMujer, estudiantes y profesionales de las disciplinas STEM: ciencias, informática, ingeniería y matemática, conocieron las barreras y desafíos a los que se vieron enfrentadas estas destacadas exponentes, quienes valoraron la cercanía a modelos de rol a lo largo de su educación y el estímulo permanente de sus familias, además de algunas cualidades en su personalidad asociadas a la disciplina, la autogestión y la tenacidad.

En la ocasión, Paulina Bocaz, líder de la iniciativa PROVOCA (AUI/NRAO), señaló: “Creo que los espacios para la participación de hombres y mujeres son complementarios. En esta importante transición debemos cultivar la sororidad y la asertividad para encontrar una voz propia, y luego avanzar en cambios institucionales y sociales en los que los hombres pueden ser grandes aliados”.

La mentora y astrofísica Paulina Assmann, destacó la importancia de llevar la pasión a todas nuestras elecciones. Y añadió: “Enfrentamos desafíos internos y externos. La pandemia dejó al descubierto las falencias y las brechas por resolver, pero también visibilizó la ciencia para resolver un problema global y ante esta problemática tenemos una gran oportunidad”.

Comentó que de acuerdo al Foro Económico Mundial (FEM), superar la brecha en igualdad de género tomaría 99,5 años hasta antes de la pandemia, y luego de ésta la estimación se elevó a 135 años. “En Chile, la política de igualdad de género tiene como meta obtener 50/50 en participación de hombres y mujeres hacia el año 2030, y qué difícil es hacerlo con esta tremenda desigualdad evidenciada en solo dos años. No obstante, la pandemia puso sobre la mesa el problema y también las herramientas para avanzar hacia un cambio cultural, desde la reflexión y la toma de conciencia, hasta la acción”, añadió la SEREMI.

Las expositoras coincidieron en la necesidad de habilitar un sistema que facilite el trayecto de formación y desarrollo profesional para las mujeres. Si bien al comienzo de las carreras universitarias STEM hay más mujeres, en la etapa de postgrado existen pocas profesoras titulares en la academia. Ello exige instrumentos de incentivo y el Estado tiene el deber de observar y monitorear dichos indicadores para cumplir con la meta planteada al 2030.

Por su parte, Amelia Bayo, mentora y doctora en astrofísica y cosmología, señaló: “Me gustaría vivir en un mundo donde las chicas hacen lo que les apasiona. Trabajar en lo que te hace feliz además te hace más productiva, lo que sin duda contribuye a ser la mejor versión de una misma y tener un mejor impacto en los demás. Encuentra algo que no te deje dormir y que eso supere a las dificultades que encuentres”.  Para esta científica, es muy importante multiplicar los modelos de rol para que las niñas y mujeres se vean reflejadas y se imaginen un futuro posible en el camino STEM.

En su propio caso, Amelia explicó que: “en los proyectos de Grupo Milenio, un 5 a 7% del total de las postulaciones avanzan a etapas siguientes y, en parte, yo lo logré por ser mujer. Pienso que el talento está distribuido, y para ello es necesario generar espacios mixtos para que estas conversaciones permeen diversos niveles. Debemos verbalizar para cambiar comportamientos. Para cambiar la política hay que cambiar la cultura y eso se hace en el día a día, tanto en espacios colectivos como domésticos”.

Finalmente, Andrea Araya, mentora y lingüista, precisó que: “Las mujeres tenemos una preciosa mirada del poder, más horizontal. Somos capaces de desarmar estructuras piramidales arraigadas por siglos en la sociedad. Los modelos de rol son un instrumento crítico para que las niñas vean que las mujeres pueden ocupar un espacio en carreras masculinizadas y puedan identificarse en ellas. Nada causa mayor impacto que un testimonio y una experiencia real y cercana, y ese impacto es bidireccional y exponencial”.

Araya destacó que las brechas en género son un problema especialmente preocupante en Latinoamérica y Chile, y por ende es necesario no quedarnos solo en la reflexión. “Necesitamos instrumentos para corregir los vicios de sobre representación y que las niñas sean estimuladas por profesores y padres, de modo que las expectativas no estén supeditadas a los varones. Y que los hombres adultos entiendan que la cuota paritaria no constituye una amenaza a la excelencia. En la medida que existan más mujeres que ocupen espacios de alta responsabilidad, creo que podremos avanzar en este cierre de brechas y transformar el relato en hechos”, finalizó la mentora de ALMA.

“Diversidad e inclusión en el ADN de nuestras organizaciones”

El observatorio ALMA es el resultado de un esfuerzo colectivo de un grupo diverso, y por lo tanto, no es sorprendente que Diversidad e Inclusión sea uno de los valores de central importancia de nuestra organización. Es bien sabido que grupos compuestos por personas de diferente pensamiento son creativos, ya que son más abiertos a cambiar lo establecido, dándose licencia para explorar nuevas e innovadoras alternativas a los desafíos que enfrentan y están mejor preparados para debatir de forma constructiva, usando el conflicto como una herramienta para mejorar y evolucionar.

Con la misión de explorar el universo, Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), el radiotelescopio más grande del mundo alberga a personas de distintas nacionalidades, culturas, razas y origen étnico, edades, identidades de género y orientaciones sexuales, y distintas destrezas físicas y mentales; convirtiéndonos en una “pequeña naciones unidas” en el que cada uno contribuye con su experiencia y conocimiento para satisfacer nuestra curiosidad acerca de los fenómenos astronómicos.

Todos los socios de ALMA adhieren al principio de valorar la diversidad, promover y proteger la equidad y practicar la inclusión. De hecho, el Joint ALMA Observatory en Chile está actualmente desarrollando un plan estratégico de Diversidad e Inclusión para los siguientes 10 años, con la ambición de enriquecer nuestra cultura organizacional con las distintas perspectivas y puntos de vista que un equipo de trabajo puede ofrecer, respetando las individualidades.

El quehacer científico y la operación de instalaciones científicas constituyen un proceso creativo que necesita de la complementación de varias disciplinas y destrezas. Este abordaje multidisciplinario indudablemente enriquece el resultado de cualquier proyecto y espacio colectivo de trabajo. Un fenómeno a ser estudiado necesita de muchos científicos e ingenieros que imaginen cómo detectarlo y diseñen la tecnología para implementar y operar ese detector. En este sentido, es satisfactorio ver cómo la diversidad impacta directamente en la creatividad y la sinergia en los equipos de trabajo donde la imaginación es la única limitante.

En lo personal, trabajar en la construcción y la operación de un observatorio tan complejo como es ALMA, junto a un equipo tan variado como el nuestro, ha sido extremadamente desafiante y gratificante. Este trayecto me ha retribuido una valiosa oportunidad de aprender de personas con diferentes niveles de experiencia, contribuyendo a mi crecimiento como profesional y también como ser humano. Las interacciones profesionales y sociales, con mentores y mentoras, son también parte de nuestras trayectorias laborales y configuran la hoja de ruta de las instituciones y organizaciones que nos acogen.

De niño tenía gran interés por aprender acerca de ciencias, matemáticas y física, e incluso música, arte e idiomas. En casa había una biblioteca con muchas enciclopedias y tuve el privilegio de contar con el apoyo constante de mi familia en satisfacer esa curiosidad. Estudiar una carrera STEM e iniciar mi vida profesional en instalaciones astronómicas fue el resultado natural al estímulo de mis padres y el deseo de continuar con mis experimentos caseros para dar respuestas a mis muchas preguntas.

Desde mi perspectiva, hoy como padre, el estimular al interior de la familia la curiosidad de las niñas y niños, incentivarlos a experimentar en equipo, responder sus preguntas en un lenguaje adecuado para su edad, y vincular los juegos a la ciencia y el arte como un solo proceso creativo social, ayuda a incrementar el gusto por aprender y los incentiva a tener aún más preguntas que responder. Como sociedad, esto es un círculo virtuoso que debiéramos tener siempre en mente.

En cuanto a la promoción de vocaciones STEM, todos tenemos la responsabilidad de derribar estereotipos que condicionan a ciertos grupos de individuos, ya sea a sentirse inseguros frente a la posibilidad de alcanzar el éxito a través de este perfil de carreras, así como eliminar barreras que coarten su desarrollo (económicas, educacionales, falta de oportunidades). A pesar del avance en las últimas décadas, no todas las organizaciones han integrado dentro de sus políticas internas y procesos de reclutamiento, una perspectiva de valoración y práctica de la diversidad y la inclusión, con el objetivo de enriquecer tanto la atracción como la retención de talento.

El incentivo para las carreras STEM debe estar alineado con la igualdad de oportunidades y condiciones garantizadas, así como a las políticas públicas que sintonicen con dicho propósito, y al diseño cuidadoso de los procesos de selección y recompensa desde las etapas tempranas de la educación hasta la etapa de desarrollo y crecimiento profesional, de manera que las oportunidades de cada individuo no se sometan a sesgos hacia algunas de las dimensiones internas o externas de la diversidad.

Tengo la convicción en que la diversidad y la inclusión deben estar en el ADN de nuestras organizaciones y de la sociedad. Valorar la diversidad y practicar la inclusión es lo que nos permite conectarnos con nuestra humanidad al actuar por y para nuestros pares.