«PROVOCA fue mi punto de conexión con el mundo real por varios meses de mi vida»

Claudia Gaete estudió 4 años ingeniería civil informática y luego obtuvo un master en estrategia digital, trabajando por más de una década en desarrollo web. Miembro de «Girls in Tech» por un largo período, se integró en tiempos de pandemia al programa de mentoría PROVOCA, con la firme convicción de devolver las oportunidades a las nuevas generaciones de niñas y mujeres STEM, y complementar su aprendizaje como mentora con un nuevo proyecto como docente de educación superior.

En el verano de 2021 quedó embarazada de «la Feña» como le dice cariñosamente y a poco andar, sus hormonas tiroideas le jugaron una mala pasada, poniendo en riesgo su primer embarazo. Un torbellino de sucesos que la pusieron en riesgo de perder a su hija antes de nacer. Fernanda nació a las 27 semanas de gestación y tenía un largo trecho por superar antes de volver a casa con sus padres.

Hoy reflexiona que fueron meses de mucha presión ante el eventual contagio de COVID-19 y de hecho, junto a su pareja, Claudia tomó la decisión de mudarse a una cuadra de la clínica donde estaría 3 meses, terminando su proceso de maduración antes del alta. Una rutina de alto estrés: levantándose a las 6 AM para sacarse leche y estar junto a una cunita diminuta llena de cables, luces y alarmas; dar leche con una jeringa y sentirse feliz con solo algunos milígramos en el estómago de su bebé.

Meses en que su vida, recuerda, transcurrió en una sala en penumbra de la UCI neonatal, donde Claudia miraba por la ventana cómo continuaba la vida de la ciudadanía, observando gente con mascarillas ir y venir, mientras su vida estaba en pausa, dándole tregua a su hija para que siguiera creciendo fuera de su vientre.

«Recuerdo sentirme muy extraña al mirar cómo el mundo seguía moviéndose a su ritmo por las calles. Durante ese tiempo me conectaba a mis sesiones de formación de mentora, y poco a poco se convirtió en el único espacio completamente mío, en que volvía a conectarme con otros. Es curioso, pero PROVOCA cumplió un rol determinante en ese período de mi vida. Aprendí a escuchar a otros y tomé consciencia de las realidades que cada uno vive y cómo es tan importante pararse desde esa realidad, mirar, escuchar y solo compartir, antes que dar un consejo», señala Claudia.

Hoy, su hija está próxima a cumplir 2 años y Claudia vive la maternidad con una sensación de gratitud. Pronto se irán en familia a estudiar y trabajar a España, y siente que esperan los desafíos de la vida con mucha emoción y alegría. Claramente fue difícil tomar la decisión de dejar a la familia extendida, aunque están todos muy invitados a visitarlos; pero para Claudia este es un proyecto que atesoraba desde su juventud: estudiar y vivir fuera de su país, conocer otra cultura en primera persona.

«Pese a que no soy una persona muy sociable y que mi trabajo es bastante autónomo, PROVOCA me abrió la posibilidad de integrar una red con mujeres sorprendentes de distintas edades y generaciones, y de todas aprendí algo. Con ellas compartí mis días más bajos en que flaqueaban mis esperanzas y luego escuchaba el comentario de alguna de ellas, y me daba cuenta de que no estaba sola. Fue un espacio único para «estar» en el mundo real, consciente de mí y de otras. Quizás este no sea el aspecto fundamental de un programa de mentoría para mujeres STEM, pero para mí es uno de sus aportes más significativos en mi vida, ya que muchos suponen que somos un perfil de mujeres genias o súper poderosas, que no atravesamos o al menos, superamos rápidamente los obstáculos de la vida; y es justo reconocer que yo viví uno de los momentos más duros en la vida de una mujer, y que sin este espacio de contención, no habría logrado alcanzar este momento de la forma en que lo conseguí». Sorprendentemente, una mentora del programa atravesó en el mismo período su proceso de adopción y con ella pudo compartir muchos de los cambios que vivía su hija, construyendo una complicidad única y una gran demostración de sororidad. «Fue un verdadero regalo de la vida», asegura Claudia.

«Yo sigo programando. Es mi día a día con mujer informática, y a la par la vida me enseñó que no es posible planificar todo en la justa perfección. Uno plantea proyectos y la vida se toma la atribución de moldearlos, en sus propios plazos y en sus circunstancias…y los seres humanos, debemos lidiar con esos procesos. La maternidad ha sido una tremenda aventura que me llevó a sentimientos extremos de angustia y ansiedad, de incertidumbre y de alegría con pequeños logros cotidianos, y que al cabo me fortaleció para encarar lo que traiga el futuro».

Claudia quiere un futuro sin techo para su hija. «Lo quiero todo, que explore y crezca sin límites. Ya le tengo guardado juguetes muy tecnológicos para que se interese por las tecnologías, así como a mí me dejaron desde muy niña desarmar aparatos para aprender cómo funcionaban. PROVOCA me ha demostrado cuán importante es tener ejemplos de vida STEM en las vidas de las niñas, ya sea en la familia o en el colegio. Solo de esa manera uno puede darle forma a un proyecto de vida, de carne y hueso, real», añade la mentora.

Siento que antes yo era de las que caminaba con anteojeras, muy pendiente de mis temas, y esta experiencia me enseñó a tomar conciencia de mi entorno. Aprendí a escuchar y dejé de hacer diagnósticos por impulso de la vida de otros. La vida de todos puede cambiar en un segundo.  No estás sola y existen tantos millones de realidades, lo importante es decidir conectarnos con ellas y prestar ayuda.

Día de la Mujer Ingeniera: ¿Estamos realmente contribuyendo al cierre de esta brecha?

Estamos a mediados del 2023 y los avances en tecnología son innegables. Hace muy poco todos quedamos impactados con el lanzamiento que hizo la empresa Open AI y su herramienta Chat GPT, la cual ha sido un tremendo avance en aplicaciones de Inteligencia Artificial que cualquier persona puede utilizar, desde planificar un viaje hasta escribir una carta de postulación a un postgrado. Sin embargo, a pesar de los avances diarios en tecnología que tenemos, sigue existiendo un número limitado de mujeres con la confianza necesaria en sus habilidades técnicas para postular a los distintos puestos de trabajo disponibles en el área.

Así lo ví en mi trabajo en el último llamado a vacante de «Ingeniería de Software», al cual menos del 20% de los postulantes fueron mujeres e incluso a pesar de este bajo porcentaje, la elegida para el cargo fue una mujer, lo que confirma que reunía todas las habilidades para ese puesto.

Desafortunadamente, veo que estas cifras no han cambiado mucho desde que yo entré a estudiar Ingeniería Civil Telemática en la Universidad de la Frontera, en Temuco (la ciudad donde nací y crecí). Hace unos 10 años, de unas 60 personas que ingresamos entonces, solo habíamos 4 mujeres, y lo que aún duele más fue el caso de una compañera, quien pese a su interés y potencial, tuvo que dejar los estudios para ayudar a su familia en las actividades del campo, ya que nos encontrábamos en la región más pobre del país y ella no tenía otra opción.

Lamentablemente, el escenario anterior no es muy distinto de lo que estamos viviendo como país en el área, e incluso a nivel regional, en donde según un estudio de IT-Talent, Chile es el país latinoamericano con menor número de mujeres que trabajan en tecnología con tan solo un 18% de participación femenina. Este número está incluso por debajo del promedio regional que es un 23% y muy por debajo de países como Perú (41%) y Argentina (45%). Como declara el mismo estudio, esta cifra es alarmante si se considera que aproximadamente al año 2050, un 75% de los empleados de una empresa deberá tener conocimientos en estos ámbitos.

Lo anterior, me lleva a preguntarme ¿qué estamos haciendo como país y/o sociedad para equilibrar estas cifras?, ¿cómo hacemos que más niñas y mujeres se interesen en carreras del área STEM?. Creo que la respuesta debe estar en crear modelos de rol para estas chicas. Sólo así ellas podrán darse cuenta que estudiar ingeniería sí es posible y no es difícil. Que ellas son capaces de realizarlo, ya que tienen todas las capacidades y habilidades para lograrlo…¡no hay que ser genias!. Pero creo que no se trata sólo de dar algunos ejemplos de mujeres exitosas en el área, sino de crear una red de apoyo suficiente para que ellas puedan sentirse seguras de realizar preguntas, contar sus historias, aclarar dudas. Que sepan que es normal que un día sientan que no pueden, porque todas hemos pasado por eso, pero al día siguiente nos podemos levantar de nuevo, quizás pedir ayuda, o buscar un nuevo enfoque y solucionar ese problema que veíamos difícil de superar.

Hace unos años me formé para ser parte del programa de mentoría PROVOCA, que es una iniciativa que busca despertar vocaciones científicas y aumentar la participación de grupos subrepresentados, acompañando y guiando a estudiantes en las distintas etapas de su camino científico y profesional, entregándoles herramientas para mejorar su formación, su comunicación y liderazgo. Y es que estas estrategias son claves a la hora de realizar un cambio en las cifras anteriores mencionadas. No nos podemos quedar sólo con el hecho de aumentar el número de becas para mujeres en ingeniería (que sin duda es un tremendo apoyo), creo que debemos ir más allá y crear planes de retención exclusivos para mujeres, que les permitan sentirse apoyadas y acompañadas durante su decisión de estudiar ingeniería y/o una carrera en el área STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática).

Tengo la convicción de que esta es una de las mejores formas de solucionar la gran brecha de género que tenemos actualmente en el área y así podamos brindarle los profesionales que Chile necesita para enfrentar los nuevos avances tecnológicos que tendremos en el futuro. ¡Cambiar realidades femeninas depende de nosotras mismas!