Estudiantes agradecieron el apoyo del programa de mentorías STEM “PROVOCA”

  • La iniciativa PROVOCA que busca promover las vocaciones científicas a lo largo del país, graduó a 32 estudiantes de enseñanza media y educación superior técnico y profesional, quienes durante 2024 fueron acompañadas y guiadas, para definir sus futuros estudiantiles y laborales, con el apoyo de mentoras del programa.

Más de 30 estudiantes de educación media y superior (universitaria y técnica), se graduaron del programa de mentoría “PROVOCA”, de AUI/NRAO Chile. La iniciativa, con apoyo de su red de mentoras formadas para el acompañamiento y guía de jóvenes con vocaciones científicas, realizaron sesiones formativas durante 2024, abordando diversas temáticas asociadas a la trayectoria científica en Chile, contribuyendo al autoconocimiento de los jóvenes, técnicas de comunicación, y habilidades para identificar, confirmar y continuar con su vocación en ciencia, tecnologías, ingeniería y matemáticas (áreas conocidas en inglés como las STEM).

Las participantes destacaron el aporte que significó no solo el programa y sus contenidos, sino el apoyo personal de sus mentoras y de la red de pares participantes. Muchas de ellas, comentaron la importancia de conocer de cerca a personas que enfrentan o han enfrentado los obstáculos propios de la trayectoria STEM a nivel educacional y laboral, recibir información y recomendaciones acerca de las distintas carreras, así como del manejo exitoso de las mismas, y algunas estrategias para una mejor planificación del tiempo, el estudio y el autocuidado.

Paulina Bocaz, líder de PROVOCA en AUI/NRAO Chile y creadora de la iniciativa, destacó el orgullo de ver cómo esta idea que comenzó con una actividad masiva presencial en 2018, como un encuentro de conversaciones rápidas entre escolares y mujeres profesionales con trayectoria científica, hoy se consolida como una verdadera comunidad, una familia de personas con vocación STEM. A partir de este año, y debido al gran éxito de las versiones anteriores, PROVOCA se abre a estudiantes y profesionales con interés en las STEM sin distinción de género. “Además de nuestra misión científica y social, PROVOCA ahora formará a mentores y mentoras, y en este primer tiempo de trabajo, constituye una gran oportunidad para integrar y potenciar a todos los talentos, creando ambientes de estudio y trabajo colaborativos, entendiendo que hay problemáticas comunes a todos y todas, así como habilidades y herramientas valiosas de adquirir, que afectan la retención y el éxito en a las STEM de las personas”.

Anays Fuentealba, estudiante de astronomía de la Universidad de Concepción, señaló: “Estoy muy orgullosa de ser parte de esta iniciativa. La conocí gracias a un profesor del colegio que sabía lo mucho que me gustaba la física. Este programa me ayudó a resolver dudas y superar mis miedos, ya que es muy frecuente que las mujeres nos acomplejemos en las STEM. Fue maravilloso conocer a mujeres que trabajan en estas áreas. Acá encontré un espacio para expresarme”.

Por su parte, Nohemí Espinoza, alumna de cuarto medio del Colegio Academia Tarapacá de Iquique, añadió: “este programa me ayudó a comunicarme con otras niñas, además de mis mentoras, y conocer otras realidades de participantes de tantas ciudades. La sesión que más me impactó fue la del síndrome del impostor, ya que todos solemos auto sabotearnos cuando obtenemos un logro, pensando que no fue por nuestro mérito y que en cualquier momento seremos sorprendidos. Vencer esos medios nos ayudan a cumplir nuestros sueños”.

Marthina Valdivia, estudiante de tercero medio del Liceo Tecnológico Amancay de Los Andes, aseguró: “Siempre he tenido interés por las ciencias, pero quería saber cómo podía ser mi futuro en esta área, quería transparentar esas posibilidades en un trabajo real con personas reales. Gracias a mi experiencia, ahora estoy decidida a estudiar tecnología médica en el futuro”.

Para finalizar, Josefa Donoso, alumna del Azapa Valley School de Arica, comenta: “Siempre me han gustado las matemáticas y la física. Quizás me inclino por la pedagogía en matemática o tal vez dedicarme a la investigación. Supe de este programa por Instagram y vi una oportunidad, ya que las mujeres STEM no se muestran mucho en regiones. Fue magnífico conocer a las mentoras de ingeniería y biología, conocer sus trayectorias. Esta fue una experiencia muy inspiradora para mí”.

Integrantes de PROVOCA fueron finalistas en Hackathon “Santiago Cero” desarrollando aplicación FluvIA para prevenir aluviones

  • La mentora e ingeniera Andrea Arias y Constanza Miranda, ambas integrantes del programa de mentoría STEM «PROVOCA», junto a otros 2 jóvenes estudiantes de ingeniería civil medioambiental y computación, unieron sus habilidades para competir en un desafío informático y de IA aplicada, que buscó reducir las emisiones de carbono en Santiago. Los talentosos jóvenes crearon una plataforma predictiva de aluviones y deslizamientos, obteniendo el segundo lugar y un premio de 15 mil dólares.

En menos de 24 horas, la joven mentora PROVOCA, de AUI/NRAO Chile; Andrea Arias, junto a la estudiante Constanza Miranda, quien también participó del programa de mentoría en 2022, y otros 2 estudiantes de ingeniería, obtuvieron el segundo lugar en el desafío informático “HackLab IA: Santiago Cero”, organizado por Ciudad Inteligente y Fundación Gabriel & Mary Mustakis. El equipo STEM ganó 15 mil dólares de libre disposición.

PROVOCA es un programa de mentoría que busca potenciar el desarrollo y la retención de talento STEM, acrónimo asociado a las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Ofrece gratuitamente formación a mentores y mentoras en ejercicio profesional o académico, y entrega mentoría a estudiantes de enseñanza media y superior, técnica y universitaria.

Andrea, mentora de PROVOCA e ingeniera civil en obras civiles (USACH); junto a Constanza, ingeniera en automatización y robótica (INACAP); Alonso Tamayo, ingeniero civil en computación (UC) y Vicente Astudillo, ingeniero civil en medioambiente (USACH); desarrollaron una solución basada en ciencias de la computación e inteligencia artificial, para la generación de alertas de aluviones, deslizamiento de tierra y estancamientos de agua.

Se trata de la plataforma FluvIA, que recopila datos del suelo de la Región Metropolitana y con ayuda de robots tipo “arañita”, acceden a terrenos riesgoso, para entregar alertas tempranas en caso de riesgo de aluviones.

Las integrantes de PROVOCA comentan que se sumaron al desafío a pocas horas de su cierre y lograron conformar un equipo mixto de jóvenes ingenieros con talento STEM, combinando interdisciplinas de programación informática, ingeniería y ciencias medioambientales. Andrea y Constanza aseguran que además pusieron en práctica sus habilidades blandas de liderazgo y planificación, así como de comunicación efectiva, para explicar en un pitch de solo 3 minutos, de forma ágil y simple, el propósito de FluvIA.

Constanza, comenta emocionada lo fascinante que fue solo el hecho de conformar un grupo basado en la amistad y cómo, sobre la marcha, fueron descubriendo y complementando sus conocimientos y habilidades. En el transcurso, recibieron la mentoría de expertos del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), Codelco y Google. “Era la primera vez que participábamos en una hackathon externa a nuestras casas de estudio y sin duda, además de pasarlo bien, vivir la adrenalina y aprender, nos confirmó la decisión de participar juntos en una próxima instancia”, señala Constanza.

Si bien los jóvenes, que bordean los 22 y 23 años, no participaron con la expectativa de clasificar, se sorprendieron con el resultado final al ver que había otros 29 equipos, muchos de ellos mayores, con amplia experiencia y prototipos ya avanzados. Sin importar el género y la edad, todos pusieron sus talentos a disposición de un propósito en común: mejorar la calidad de vida de Santiago haciendo uso de tecnologías e IA, con miras a atender problemas como contaminación, transporte, alimentación, desechos y cambio climático, entre otros.

“La idea fue conjugar geotecnia, análisis de datos, optimización y robótica, para crear esta plataforma predictiva que logre anticipar desastres y proteger a la población. Creo que logramos una idea innovadora y sustentable. Sabemos que cuando ocurren deslizamiento de suelo, se generan emisiones de carbono, lo que afecta a las zonas urbanizadas, los ecosistema naturales, la conectividad y la infraestructura, y sentimos que las tecnologías pueden ayudar a recopilar estos datos e intervenir en caso de alertas”, señala Andrea.

La competencia se desarrolló entre 8 AM y 21 PM y una comisión mixta de expertos comunicaron los 10 equipo finalistas para pitch, exponiendo sus soluciones ante representantes de los ministerios de transporte y urbanismo, CENIA y Codelco.

A solo semanas de la premiación, los jóvenes siguen “en shock”, comentan entre risas. La experiencia en el programa de mentoría PROVOCA, le ayudó a Andrea, a armar un relato atractivo y desplazarse en el escenario, sincronizando la presentación de FluvIA a sus espaldas, con apoyo de su equipo. “No hace mucho, me era imposible exponer una idea sin ponerme a reír. Los nervios me pasaban una mala jugada y no era capaz de transmitir de forma profesional mi mensaje. Hoy, gracias a la práctica, pude hacer una gran performance, que incluso otros equipos se me acercaron y me dijeron que estuve sólida”, señala Andrea.

Constanza cuenta que el pitch de Andrea logró “devorar a la audiencia”, y agrega: “de nada sirve tener una gran idea si no logramos exponerla de forma atractiva, en un tiempo determinado y así captar la atención de la audiencia. Sabíamos que en el mismo jurado había personas muy importantes que teníamos que cautivar con ideas frescas e innovadoras, y creo que lo logramos”.

Los padres orgullosos de las mentoras las recibieron con aplausos y abrazos a la salida del certamen. En pocas horas, Andrea subió un reel con la experiencia y las redes sociales “explotaron”, según comentan. “Creo que este tipo de competencia es una gran oportunidad para atreverse a pensar en grande también, y a no tener miedo a fracasar. Una invitación que me llegó al celular se convirtió en una excusa para salir de casa y movilizar a amigos que no se conocían entre sí, y motivarlos a ser parte de esta locura contra el tiempo. ¡Nunca pensamos en el resultado!”, añade Constanza.

Por su parte, Alonso, destaca que fue una jornada muy entretenida. “Todos teníamos conocimientos distintos; desde robótica y automatización, hasta dinámica de suelo. Yo me sumé con la programación, la ciencia de datos y la IA. Se nos ocurrió que robots del tipo arañitas serían útiles para recabar datos desde lugares de difícil acceso en pendientes. Hoy existen modelos de machine learning capaces de entrenarse con datos de eventos o desastres pasados y así combinar variables de riesgo, que nos ayudarían a predecir. Me gustó “salir de la caja” y plantearme un problema real para luego analizarlo desde distintas perspectivas con mi equipo. En mi carrera de programación, habían 50 hombres y solo 5 mujeres al inicio, y hoy no queda más que una; y en esta competencia pude trabajar con mujeres con grandes habilidades para hacer una propuesta conjunta aún mejor”.

Finalmente, Vicente comenta que ya había ganado en una hackathon interna de su universidad, pero esta es la primera vez en que se involucró desde el primer momento, cuando nació la idea inicial. “Llegué a la fase creativa y eso tiene otro significado, ya que me dio una mirada global del problema y la solución. Es muy importante hacer de Santiago una ciudad sostenible, que es el foco de mi carrera (ingeniería civil medioambiental) y es muy interesante aplicar lo aprendido sobre hidrología y dinámica de suelo en el contexto de cambio climático. Los espacios laborales son diversos y es muy importante interactuar con otras personas y saberes, desde la interdisciplina. Ahora nos daremos el espacio para conocernos y sin duda buscaremos otro tipo de retos en que podamos concursar como equipo. Esto está partiendo”.

Crisis vocacionales y el aporte de los programas de mentorías

  • Casi un 25% de los estudiantes desertan de sus carreras universitarias en el primer año. Esta realidad denota señales de inmadurez vocacional, en las que los entornos familiar y social tienen mucho que contribuir para acompañar a los jóvenes, de modo que tomen decisiones informadas, con el apoyo y la guía indicada. Constanza Espinoza, psicóloga y mentora asociada del programa de mentorías STEM «PROVOCA», de AUI/NRAO Chile, aborda este tema y entrega recomendaciones.

Estudios en Chile indican que cerca del 24,6% de los estudiantes que ingresan a la universidad, se retiran de sus carreras dentro del primer año. A pesar de que esta determinación es multifactorial, e inciden variables como por ejemplo problemas económicos y el rendimiento académico; un aspecto importante es la falta de claridad vocacional.

Constanza Espinoza Ávalos es psicóloga y mentora asociada de la iniciativa PROVOCA, de AUI/NRAO Chile, una iniciativa que desde 2018 busca promover vocaciones STEM en nuestro país (acrónimo en inglés asociado a ciencia, tecnología, ingeniería y matemática). La especialista comenta que hoy es frecuente la deserción de estudios superiores por crisis vocacionales, lo que sin un adecuado apoyo deriva incluso en cuadros más complejos de aislamiento y depresión.

«Las crisis vocacionales son el resultado de un proceso, una construcción a lo largo de la vida, que va más allá de la adolescencia y que puede ocurrir incluso en la adultez. La toma de decisiones se encuentra influenciada por el autoconocimiento, donde identificamos intereses y aptitudes. Asimismo, influye el conocimiento que se tiene de las carreras, de los oficios, y las diversas alternativas que pueden existir en el mercado académico. Es una etapa de profunda reflexión que exige una serie de habilidades personales para evaluar las expectativas propias y del entorno familiar y social», explica.

Constanza asegura que a nivel de desarrollo cognitivo, los jóvenes avanzan en su «madurez vocacional», una meta que en la adolescencia se ve interferida por una corteza prefrontal inmadura, lo que repercute en aspectos como la dificultad para planificar y tomar decisiones. «Por eso es fundamental la ayuda externa de especialistas y el acompañamiento de la familia, ya que no es tarea fácil e implica un alto nivel de estrés, que muchos no son capaces de manejar solos», sostiene la especialista.

El acompañamiento es la clave

El apoyo involucra el acompañamiento personalizado o en grupos pequeños, que generen espacios «movilizantes», es decir, que el estudiante sea orientado a reflexionar y actuar, generar espacios guiados de descubrimiento personal y de autoconocimiento, y buscar la información necesaria sobre universidades y centros de estudio TP, mallas curriculares, ramos, financiamiento. «Sin embargo, muchas veces la persona que busca esta información puede no entender qué significa y por eso es importante la intervención de otros que le ayuden en esta comprensión. Es muy importante que el estudiante cuente con información de primera fuente. Muchas veces las personas con experiencia en el plano vocacional pueden apoyar traduciendo la información recopilada por los estudiantes, haciéndola más concreta, de modo que se hagan una idea en qué consiste el trabajo que realizarán o la carga de estudio y las exigencias de cada malla según la universidad. Asimismo, conocer modelos de rol permite acercar al estudiante a conocer a diversos profesionales en ejercicio, conocer su camino laboral, los formatos de trabajo y sus aplicaciones en distintos escenarios. En ocasiones, por ejemplo, en grupos con menor participación histórica en STEM, pueden ayudar a ampliar la gama de opciones y visualizar trayectorias posibles en su desarrollo de carrera», señala Constanza.

Grupos de mentoría

Programas de mentoría como PROVOCA (provoca.cl), totalmente gratuito y online, permiten que jóvenes de todo el país, con interés en las disciplinas STEM encuentren un espacio común con otros estudiantes de enseñanza media y superior (técnica y universitaria), que se interesan por este abanico de ciencias y reciban el apoyo y guía de mentoras que ya han sido formadas con este propósito. La dinámica de trabajo dual, en grupo pequeño de intereses comunes, y grupo curso en plenaria, permite expandir su red de contactos y pares, además de mantener un espacio personalizado. En cada sesión analizan una temática en especial y comparten sus opiniones y experiencias, adquieren conocimientos y habilidades para avanzar en sus trayectorias estudiantiles y laborales, conocen directamente de una fuente cercana en qué consiste el trabajo en las diferentes STEM. Los estudiantes reciben orientación para enfrentar obstáculos comunes y adquieren técnicas de autoconfianza y comunicación efectiva. «Puede que el resultado no sea, necesariamente, que sigan en la ruta STEM; pero sí que la decisión que tomen sea de manera informada y con confianza, con el apoyo de sus mentoras y comunidad de pares», señala la psicóloga.

Encontrar personas similares a uno, que atraviesan encrucijadas parecidas o que tienen los mismos intereses, suele ser un buen aporte en el proceso de acompañamiento, ya sea para tomar decisiones en crisis, como para avanzar en un proceso de alto estrés. Muchas veces ayuda intervenir oportunamente en el comienzo de una crisis, permitiendo la derivación oportuna a un especialista y la compañía en situaciones de dudas y angustia, evitando el aislamiento.

«Conocer profesionales que ya se encuentran insertos en el rubro permite conocer el perfil ocupacional, el campo laboral, y puede brindar respuestas a preguntas que muchas veces el entorno no tiene conocimiento. La mentoría constituye un espacio de aprendizaje compartido, desarrollo profesional y muchas veces personal. Conocer la carrera de otros y que quizás pasaron por lo mismo, permite desarrollar seguridad, motivación, empatía y muchas veces inspiración. Ser parte de una red promueve la colaboración entre pares», comenta Constanza.

La psicóloga concluye que el proceso de decisión vocacional se puede graficar en un semáforo, en el cual el rojo representa no saber qué quiero estudiar, amarillo es tener alternativas, pero no una elección clara; y el verde es la seguridad sobre qué quiero estudiar. «Conocer en qué color del semáforo se encuentran, es el primer paso para este camino y por eso es clave acompañar a los estudiantes. La frustración, la angustia y el miedo al fracaso es recurrente, pero es posible entregar una especie de “guía” si comenzamos a hablar con los jóvenes sobre qué les gustaría realizar, a discernir entre lo que puede ser la vocación versus hobbies, sumarnos a la búsqueda de información sobre becas, formularios, asistir a ferias de admisión; en síntesis, no dejarlos solos en este proceso, y así entregarles la confianza, el realismo y la autonomía necesaria para tomar esta importante decisión».