fbpx

Opinión

Violette Impellizzeri

PROVOCA: contagiando más vocaciones científicas entre las niñas

1 noviembre 2020

Mi hija un día va a ser astronauta, no hay duda. Ella es audaz, valiente, dinámica, curiosa, intrépida. Pero su camino de astronauta es todavía muy largo, y no solamente por ser tan chica. Hace un mes empezó a ir al jardín infantil por primera vez – tiene un año y medio- y el primer día la “tía” se le acercó para darle una muñeca, ella la dejó para entretenerse con otros juguetes, hasta que la tía volvió con otro bebé, esta vez moreno. Yo miraba esto desde otra sala y vi que cuando mi hija dejó de entusiasmarse, la tía nuevamente la abordó llevándole un biberón lleno de leche para que le dé al bebé. ¡Yo no lo podría creer! Mi hija quiere las muñecas, claro, pero quiere también los autos, libros, legos…muchas otras cosas.

Como madre científica me enfrento a una cultura en que tanto yo, inconscientemente, como padres y educadores colaboramos en la construcción de estereotipos que limitan desde el nacimiento los sueños y capacidades de las niñas. En los primeros años de vida no hay diferencias en los cuidados que se le da a un niño o a una niña. Entonces ¿por qué cuando se inicia la educación preescolar e inconscientemente al interior de las familias, se estimula el aprendizaje y la entretención con juguetes de rol según género? ¿Por qué una parvularia entrega una muñeca y un juego de cocina a una niña en un aula, y al niño lo estimula a construir con bloques?

Recientemente, tuve la experiencia de ser embajadora científica para una serie web llamada PROVOCA, que busca promover vocaciones científicas en niñas, acercando referentes de mujeres que se desempeñan en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas; no solo para demostrar igualdad en las capacidades, sino para enriquecer la mirada de las ciencias. Esta es una oportunidad para padres y educadores de crear una cultura más diversa, potenciando desde muy pequeños las capacidades e intereses ilimitados de todo ser humano.

Desde el ejemplo
Yo nací en Italia donde fui a una escuela básica. Me gustaba mucho la química y la matemática, también la filosofía y la literatura. Al fin de mi escuela decidí estudiar astronomía porque me parecía romántico, entretenido y tenía mucho amor por la ciencia y curiosidad.

Después de estudiar física, seguí mi carrera en astronomía y terminé mi doctorado en Bonn, Alemania. Lo que más me gustaba en ese tiempo era pasar las noches en el telescopio de Effelsberg de 100 metros, sola, observando el cielo, los agujeros negros, las galaxias distantes. Luego fui a Estados Unidos para un posdoctorado, y ahí escuché de este súper telescopio que estaban construyendo en Chile: se llamaba ALMA ¡El más grande del mundo! Yo tenía muchas ganas de juntar mi amor por la ciencia con la técnica y un toque de aventura me trajo a Chile, donde vivo desde hace 7 años. Sigo amando la astronomía, el desierto de Atacama y mis dos pequeños hijos chilenos que nacieron aquí.

Quiero que niños y niñas en este país que amo exploren y aprendan, se empapen de su entorno a través de todos sus sentidos, sin que ellos sean etiquetados por ser mujer u hombre. El cerebro está dispuesto a recoger ideas, estímulos, sensaciones; y cada niño o niña debe explorar cuáles son sus intereses y las herramientas físicas e intangibles que emplea para aprender, conocer y relacionarse. Necesitamos acercar roles humanos y cercanos, que conecten la realidad de niños de todo Chile con referentes en las ciencias.

Por eso quise participar de esta campaña PROVOCA que está llevando a distintas regiones la oportunidad de acercar a científicas y niñas con inquietud por las ciencias, para que se den cuenta que sí es posible seguir sus sueños. Los míos los estoy cumpliendo: investigo cómo los agujeros negros comen energía y la expelen a la galaxia. Sería maravilloso si puedo contagiar a otras, esperando que, como mi hija, sigan su vocación y sus sueños.